Comunidad Real Estate - ¿Qué hacer con Nuestra Señora de París?

Lado B 10 junio 2019

Notre Dame Patrimonio Arquitectura París Incendio Francia

¿Qué hacer con Nuestra Señora de París?

El incendio en la catedral de Notre Dame actualiza los debates sobre el patrimonio arquitectónico y la restauración. Hay partidarios de reconstruirla tal cual era, mientras otros postulan que la historia no puede volver atrás.

El primer ministro de Francia, Edouard Philippe, anunció que se llevará a cabo un concurso internacional de arquitectura para decidir qué hacer con la catedral de Notre Dame, después de que las dos terceras partes de su techo y su icónica aguja fueran destruidas por el incendio del 15 de abril. “El concurso internacional nos permitirá conocer las opiniones de los expertos más calificados sobre qué hacer al respecto”, afirmó el mandatario.

En rigor, uno de las cuestiones que más se debate hoy entre los arquitectos de todo el mundo es si se debe restituir o no la aguja, y en caso afirmativo, si la nueva debe ser idéntica a la anterior o tener un diseño más actual, contemporáneo. A propósito del techo destruido, en cambio, hay muchas más coincidencias -aunque no unanimidad- de que debe volver a ser tal cual era, al menos en su aspecto.

Por lo pronto, es útil saber que la aguja que se partió y cayó envuelta en llamas no era en absoluto la original de Notre Dame, cuya construcción comenzó en el año 1163 y culminó en 1345. En realidad, era un añadido del arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, quien tuvo cargo su restauración entre las décadas de 1840 y 1860, que a su vez fue una de las tantas que se realizaron a lo largo de los siglos. 

Viollet-le-Duc diseñó esa aguja para sustituir a otra que se había desmontado en 1786 a causa de sus problemas de inestabilidad, y como no tenía ninguna documentación gráfica en la cual apoyarse, optó por hacerla en el estilo neogótico que correspondía a su época, incluido el agregado de las gárgolas en la fachada. Esto significa ni más ni menos que si hoy se diseñase una aguja contemporánea, acorde con el estado del arte en nuestro tiempo, se estaría haciendo lo mismo que en aquella reforma, cuando se ideó la aguja que se perdió con el incendio.

El incendio. (Foto: USA Today)

Sin embargo, también hay especialistas que ni siquiera quieren reemplazar la aguja por una moderna, como el historiador y crítico de arte español Miguel Ángel Cajiga. “Es imposible volver a darle a Notre Dame un aspecto idéntico al que tenía antes del incendio porque nunca va a ser el mismo sino una réplica de ese aspecto”, argumenta desde su influyente página web El Barroquista. Su postura es que la ausencia de la aguja debe ser “el recordatorio de su historia del edificio y de la destrucción que sufrió”.

Es interesante evocar el caso del Reichstag, en Berlín, actual sede del Parlamento de Alemania. El edificio histórico fue apuntalado y restaurado en parte después de su destrucción parcial durante la Segunda Guerra Mundial. Medio siglo más tarde, se le agregó en su tejado una cúpula de cristal proyectada por el arquitecto británico Norman Foster, que le dio nueva vida al edificio en tiempos de la reunificación alemana. "Si se hace bien, esta alternativa sería compatible con los criterios internacionales de restauración, que indican (simplificando mucho) que si se añade una parte nueva a un edificio histórico ésta debe estar ejecutada en un estilo diferente y fácilmente identificable", señala Cajiga.

Pero este debate atraviesa también, y con gran pasión, a los expertos de nuestro país. Así, la arquitecta y profesora universitaria Nani Arias Incollá trae a colación las conclusiones de la Carta de Cracovia, con las conclusiones de la Conferencia Internacional sobre Patrimonio de 2000: “La reconstrucción en estilo solo será aceptable a condición de que se base en una  documentación precisa e indiscutible (....) o cuando existan motivos sociales o culturales excepcionales". Por eso, opina que el tejado “se debe reconstruir tal como era, con materiales iguales o similares, o distintos y de alta tecnología”. Apoya su postura 

En este caso, como es evidente, se cumplirían las dos condiciones. Basta con recordar las referencias cultuales infinitas que evoca la catedral, empezando por la novela de Víctor Hugo titulada originalmente "Nuestra Señora de París" (1831), aunque es mas conocida como "El Jorobado de Notre Dame".La obra tuvo -y seguramente tendrá- innumerables versiones teatrales y cinematográficas, como la película de 1956 con Anthony Quinn en el papel de Quasimodo. En cambio, respecto de la aguja, Incollá advierte que la decisión “debe ser tomada por las autoridades asesoradas  por los técnicos locales”.

A su vez, el arquitecto Daniel Becker, que intervino activamente en los proyectos del CCK (ex Palacio de Correos) y el Museo de la Casa Rosada (ex Aduana Taylor), arriesga una opción audaz: “Yo dejaría la ruina, igual que el Coliseo o el Foro Romano: una cicatriz en la ciudad con la que hay que aprender a convivir”. De todas formas, aclara que existen “tres niveles de intervención: restaurar, resignificar y hacer a nuevo”. Y admite que cualquier proyecto arquitectónico que incluya los tres niveles de restauración “es válido si se lo hace bien”.

Sin embargo, en el caso de que la decisión sea restaurar, Becker se pregunta: “¿Qué momento de su historia habría que restaurar? Porque la restauración es volver a hacer lo mismo que había… ¿pero lo que había cuándo, en qué siglo?” Y se admira de que este siniestro “haya conseguido que ahora todos conozcamos la historia de Notre Dame con todos sus cambios e intervenciones a lo largo de la historia”. Su conclusión es que el proyecto que finalmente se lleve a cabo será “el vector resultante de las distintas fuerzas actuantes en la sociedad francesa y parisina de hoy”.  

Es decir que la solución que se elija para Notre Dame va a enseñarnos mucho más sobre el presente que sobre el pasado.

  



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