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El nuevo Código Urbanístico desde una perspectiva ecosistémica

Texto escrito por Salvador Rueda, director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, en el que despliega su análisis acerca del Nuevo Código Urbanístico aprobado en 2018 en la ciudad de Buenos Aires.

La actual planificación de las ciudades acarrea la inercia del urbanismo consolidado durante el siglo XX. Los criterios y principios en los cuales está sentado ha traído como consecuencia un modelo de movilidad basado en la dependencia del vehículo como principal modo de transporte; una ocupación del suelo basada en la zonificación  y la segregación de usos y personas; y un modelo económico basado en el consumo insostenible de recursos. Hoy en día las ciudades enfrentan el reto de superar los impactos acumulados derivados de dicho modelo urbanístico, tanto de carácter ambiental como de carácter social y económico. Es por ello de gran relevancia la concreción de leyes y normativas que den obligatoriedad  a la aplicación de medidas que permitan reducir dichos impactos.

En el caso de Buenos Aires, durante los últimos años se han dado pasos hacia una mejor orientación del modelo urbanístico de la ciudad. Se ha emprendido un proceso de adaptación del conjunto de los instrumentos de planeamiento y de gestión urbana hacia un modelo de ciudad que se propone armonizar los intereses sociales, culturales, ambientales y económicos. Fruto de este proceso anteceden el artículo 26 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de 1996, en el que se determina que el ambiente urbano es patrimonio común y que toda persona tiene derecho a gozar de un ambiente sano, así como el deber de preservarlo y defenderlo en provecho de las generaciones presentes y futuras.

Por otro lado, en 2008 se establece la base de los lineamientos de la Ley 2930 -ley marco que constituye  el Plan Urbano Ambiental al que deberá ajustarse la referida normativa urbanística y las obras públicas- que definen pautas y rasgos para promover una ciudad integrada, policéntrica, plural, saludable y diversa como objetivos estratégicos a seguir. Ahora es el turno del nuevo Código Urbanístico -Ley 6099 sancionada a fines de 2018- con el propósito de recuperar una mirada integral de ciudad, que le devuelva homogeneidad al tejido, que instale una sana convivencia de actividades, que proponga una mayor densidad poblacional y que contribuya a equidistribuir las cargas y beneficios.

Se trata de un novedoso instrumento normativo, clave para la ejecución de tales planteamientos y criterios. Con el fin de enriquecer el proceso de elaboración, la Agencia de Ecología Urbana realizó una revisión de la propuesta del proyecto ley de "Código Urbanístico" con la finalidad de contribuir a la incorporación de los criterios del Urbanismo Ecosistémico. En ese marco, se destacaron planteamientos compatibles en sus principios básicos y se aportaron nuevos criterios orientados hacia un modelo urbano más sostenible: compacto  en su  morfología, diverso y mixto en usos y en su organización, metabólicamente eficiente y socialmente cohesionado.

RECONOCIMIENTO DE LA CIUDAD CONSTRUIDA

Este instrumento reconoce la ciudad construida, su forma, sus áreas identitarias y las futuras expansiones urbanas que consoliden su diversidad sociocultural. Con nuevos mecanismos, apunta a la articulación de usos mixtos para favorecer la complejidad urbana, con diversificación de comercios y de servicios, regulación de la altura de las edificaciones dentro del tejido urbano y dotación prioritaria de espacios públicos de calidad. Para ello se apuesta a un modelo de control del desarrollo urbano con herramientas para consolidar la gestión democrática de la ciudad y un marco conceptual para el derecho urbanístico.

De cara a la próxima década surge como desafío la integración física y social de diferentes sectores de la ciudad que no se encuentran aún consolidados y que ofrecen infraestructura de calidad. En virtud del modelo territorial formulado, estas cuestiones son recogidas por el nuevo código como áreas de desarrollo estratégico de carácter prioritario, en especial, en aquellos sectores más relegados. El completamiento del tejido disgregado y la jerarquización de esquinas hoy deprimidas serán directrices también consideradas. Para ello se utilizan criterios morfológicos y menos indicadores cuantitativos.

Esta herramienta fue acompañada por la Ley de plusvalía urbana  (Ley  para  el  desarrollo urbano y hábitat sustentable), como herramienta para la planificación del desarrollo urbano que ya se utiliza en diversas ciudades del mundo, que establece distintos mecanismos para la captación de excedentes cuando se produzca un incremento diferencial en la valorización del suelo por acciones emprendidas por el Estado. Se trata de un instrumento urbanístico que regula el mayor aprovechamiento constructivo de aquellas parcelas donde se genere una edificabilidad adicional por cambios normativos. Quienes más se beneficien en el proceso de valorización del suelo deberán contribuir en términos de equidad distributiva ya que serán beneficiados por los cambios regulatorios generados por la acción estatal.

Y, también, por otra denominada Ley de Vivienda Asequible, que posibilita que comprar un departamento pagando, como  mínimo, un porcentaje menos que el precio del mercado y requieran un ahorro previo inferior. De tal modo, propone un marco normativo que brinda una alternativa a la demanda habitacional y se encuentra orientado  a fomentar el desarrollo urbano y residencial a través de emprendimientos que logren potenciar la capacidad de pequeños y medianos desarrolladores, como agentes de dinamización  de la economía.

MAYOR COHESIÓN SOCIAL

Su estructura de contenidos tiene como referencia los pilares y principios del urbanismo ecosistémico, en tanto que contempla la mixticidad de usos de suelo, una movilidad sustentable y una habitabilidad urbana basada en la garantía de la cohesión social, la resiliencia urbana y el compromiso  ambiental.

El urbanismo ecosistémico tiene como principal objetivo la integración coherente de los diferentes sectores que se vinculan a la planificación urbana: movilidad, vivienda, edificación, infraestructuras, biodiversidad, metabolismo urbano, equipamientos y espacio público. Para ello, uno de los elementos básicos de reorganización urbana recomendado es la delimitación de las áreas mediante súpermanzanas -de aproximadamente 16 a 20 hectáreas- que representa la escala mínima de un ecosistema urbano, pues incorpora la totalidad de los principios del urbanismo ecosistémico. Una escala menor como es la manzana o la parcela es insuficiente para sumar los aspectos básicos que caracterizan la vida urbana.

Las Unidades de Sustentabilidad propuestas  dentro  del  Código  Urbanístico  toman  como referencia las Súpermanzanas. La definición de las áreas vendrá dada por la reorganización de la red de vías básicas y del transporte público en superficie que redefina la jerarquía viaria y los límites de velocidad. El resultado sería una nueva malla, base del modelo funcional de movilidad del modelo urbanístico.

La promoción y la consolidación de unidades de sustentabilidad urbana es la estrategia que enmarca el crecimiento de toda la ciudad, tanto en áreas consolidadas y como en aquellas consideradas áreas de desarrollo. Estas unidades deberán pensarse desde la red primaria de circulación y su interior deberá componerse de un sistema de vías secundarias pacificadas y con prioridad a los usos ciudadanos. En las áreas consolidadas se busca completar el tejido, unificar los alineamientos edilicios existentes y conservar los valores patrimoniales. Y en las áreas de desarrollo estratégico, el código expresa un mayor compromiso social. Este nuevo instrumento apunta a una ciudad que pueda crecer y que lo haga con eficiencia, inclusión y equidad.

La Agencia de Ecología Urbana, en su misión como actor promotor de la sostenibilidad y contribución a la transición ecológica de las ciudades, apoya este tipo de iniciativas que permiten erradicar las inercias del urbanismo obsoleto y especulativo, por aquellas que ofrezcan alternativas para la regeneración de los barrios y comunidades tanto para paliar los impactos ambientales como las necesidades básicas de las personas, especialmente las de los más vulnerables. Entendemos finalmente que este nuevo marco normativo ofrece una transición hacia un modelo más sostenible en la era de la información y cuenta con capacidad tal para poder adaptarse y mejorar de forma dinámica en base a la resolución de los retos que el futuro nos depare.

* Por Salvador Rueda, actual director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, exdirector de Planificación de la Generalitat de Cataluña y, además, ocupó diversos cargos de gestión en los ayuntamientos de Barcelona y Sant Adrià de Besòs. Se lo conoce, entre otras cosas, como el creador de las "macromanzanas", el proyecto alentado en Barcelona y que Buenos Aires retoma en principio en el área Microcentro, en el que se pone el foco en el peatón, donde las avenidas exteriores concentran los ómnibus, automóviles y bicicletas y las interiores priorizan al peatón y limitan el tránsito con velocidad Máx. de 10 km/hora. Alienta la perspectiva de Urbanismo Ecosistémico para lograr ciudades más sostenibles.



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