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Desarrolladores inmobiliarios: en busca de los resquicios de mercado que deja la crisis

Los titulares de Grupo Portland, Dypsa y G&D compartieron sus estrategias para trabajar en medio de la debacle económica y la incertidumbre política. Aunque parezca increíble, lo consiguen. El encuentro se realizó en la sede de LCNI.

Convocado con el fin de debatir el escenario supuestamente incierto que se presenta para el real estate en un año electoral, en el que además se definirá el futuro rumbo económico del país, el encuentro celebrado el último jueves en La Comunidad de Negocios Inmobiliarios (LCNI) sirvió para dejar en claro, por si hacía falta, que la profesión de desarrollador inmobiliario consiste en detectar oportunidades donde el ojo común sólo ve un páramo.

“La devaluación nos permitió construir más barato en pesos y bajar nuestros precios de venta en dólares en concordancia con esa baja, no porque seamos buenos sino porque es la única forma de poder vender”, rompió el fuego Daniel Mintzer, socio de G&D Developers. Además, advirtió que la unidad a estrenar hoy puede resultar más barata que una equivalente usada: “A diferencia del propietario de departamento usado, nosotros los desarrolladores no podemos esperar a que nos paguen lo que pretendemos”, explicó.

Por otra parte, Mintzer instó a salir de los barrios clásicos que suelen concentrar todos los desarrollos, en el eje norte de Buenos Aires, para focalizarse en aquellos donde las incidencias descienden hasta 300 US$/m2, y los precios finales pueden rondar los 2.200 o 2.300 US$/m2.

A su vez, Gustavo Menayed, titular de Grupo Portland, e Issel Kiperszmid, presidente de Dypsa, coincidieron, cada uno a su turno, en un punto clave: “La única forma posible de trabajar como desarrollador es tener una visión de largo plazo, que pueda ver más allá de la coyuntura”.

Menayed explicó que durante varios años se dedicó a estudiar la forma de poder atender la demanda -o necesidad- de vivienda de los sectores más vulnerables. Y aseguró haber encontrado la forma de hacerlo gracias a algunos sistemas constructivos industrializados que permiten fabricar piezas de hormigón in situ y a alta velocidad: una combinación ideal y muy difícil de lograr. “El tiempo de obra se reduce casi un 40%, y es posible terminar un edificio en siete meses”, anunció. De hecho, ya están construyendo de esta forma en locaciones como Tierra del Fuego, Escobar y Zárate.

Kiperszmid, en tanto, habló de su apuesta a “focalizarse en sectores estratégicos de la economía”. Esto lo llevó a desarrollar soluciones habitacionales en Vaca Muerta, provincia de Neuquén, para atender la demanda habitacional de las empresas petroleras bajo el formato de un negocio de renta.

El evento fue moderado por el arquitecto Damián Tabakman, presidente de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU).



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